Comparaciones electorales engañosas
La presidenta Sheinbaum celebró como un éxito la inédita elección de jueces y magistrados, pero los datos sobre participación y sus comparaciones con otros comicios revelan serias inconsistencias.
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La presidenta Claudia Sheinbaum no dudó en calificar como un éxito la elección de alrededor de 2,681 integrantes del Poder Judicial —881 a nivel federal y 1,800 a nivel local—, celebrada el domingo 1 de junio.
“Es un éxito”, dijo al día siguiente de la jornada electoral en su reunión matutina. “La gente salió a votar libremente y decidió por quién votar”.
Era, por supuesto, impensable que dijera lo contrario. Si bien no fue ella quien propuso originalmente este método de selección —la iniciativa partió de su predecesor, el presidente Andrés Manuel López Obrador—, Sheinbaum respaldó la reforma constitucional que transformó de raíz el sistema de nombramientos de jueces, magistrados y ministros, y con la cual se eliminó por completo la carrera judicial, así como un sistema de vigilancia —imperfecto, pero existente— del desempeño de los impartidores de justicia.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, calificó como “un éxito” la jornada del 1 de junio, un día después de celebrarse las primeras elecciones judiciales en el país. Foto Oficina de la Presidencia
Esperar que la presidenta valorara de forma crítica la jornada electoral, cuando accedió al poder gracias, en gran medida, al respaldo directo de su mentor, era, francamente, un sueño guajiro.
Lo que sí sorprendió fueron los distintos argumentos que utilizó para enaltecer esa votación.
El primero fue el nivel de participación. Para Sheinbaum, el hecho de que votara 13% del padrón electoral fue más que suficiente, aun cuando se trató de la segunda participación más baja registrada en una elección nacional desde el año 2000, cuando por primera vez en más de siete décadas un candidato de oposición ganó la presidencia.
“¡¿Cómo pueden decir que fue poca gente, 13 millones?! Es un ejercicio inédito”, dijo Sheinbaum, aludiendo a que esa cifra superó ampliamente el número de participantes en la consulta popular de agosto de 2021 para decidir si se debía o no investigar a los expresidentes. “Es el doble de los que votaron por el juicio a expresidentes, que fueron 6.6 millones de personas.”
Pero para una científica como Sheinbaum, hablar de éxito cuando solo 13 de cada 100 electores participó en la elección resulta, cuando menos, un intento de tapar el sol con un dedo. Basta recordar que, un año antes, 61 de cada 100 votantes acudieron a las urnas, casi cinco veces más, para elegir presidenta, senadores y diputados federales, entre otros cargos. Su justificación se vuelve aún más endeble si se considera que la votación efectiva —es decir, sin contar boletas anuladas o incompletas— fue, en realidad, de alrededor de 11 millones.
El segundo argumento que utilizó la presidenta fue comparar esa cifra —11 o 13 millones de votos, de acuerdo a la cifra que se desee tomar en cuenta— con los obtenidos por los candidatos del Partido Acción Nacional (PAN) y del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en la elección presidencial de 2024.
“¿Cuántos votaron ayer?”, preguntó Sheinbaum. “Cerca de 13 millones, un poquito más, parece. Fíjense cuántos votos tuvo el PAN en 2024: 9.6 millones. Fíjense cuántos votos tuvo el PRI: 5.7 millones. O sea, por ellos votaron menos personas que por el Poder Judicial.”
En su afán por poner buena cara a un proceso claramente deslucido —que para muchos fue un fracaso—, la presidenta recurrió a una comparación simplemente engañosa. El PAN, el PRI y el extinto Partido de la Revolución Democrática (PRD) compitieron en coalición en 2024 con una candidata común: Xóchitl Gálvez, quien obtuvo 16.5 millones de votos. Eso representa 26.9% más que los 13 millones que menciona Sheinbaum y 50% más que la votación efectiva del 1 de junio.
Este otro argumento para etiquetar como “exitoso” al proceso electoral es, por decir lo menos, bastante pobre.
Funcionarios electorales se preparan para el conteo de votos tras la elección judicial del 1 de junio en México. Foto Cuenta X del Instituto Nacional Electoral (INE)/@INEMexico
Por último, la presidenta resaltó que el candidato más votado para ocupar un cargo como ministro de la Suprema Corte —el abogado Hugo Aguilar Ortiz, con 6.1 millones de votos— superó también la votación presidencial del PRI en 2024.
Pero aquí, de nuevo, incurre en una comparación equivocada, que pone en entredicho las sólidas bases matemáticas que recibió durante su formación como física en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Aguilar Ortiz alcanzó esa cifra de votos porque cada elector podía elegir hasta cuatro de 31 candidatos varones al cargo de ministro de la Suprema Corte. En cambio, en una elección presidencial el votante solo puede elegir a un solo candidato.
Esto significa que los 6.1 millones de votos de Aguilar Ortiz están inflados por el diseño mismo de la elección y la boleta, y no reflejan un respaldo individual comparable al de una elección presidencial.
Una manera más justa de comparar ambas votaciones sería dividir el total de votos de Aguilar Ortiz entre cuatro —el número máximo de candidatos masculinos que podían marcarse—. En este caso, su votación descendería a 1.53 millones, o 73.2% menos que los obtenidos por la candidata presidencial del PRI.
Si, además, se pondera por la probabilidad de haber sido elegido entre 31 aspirantes —como recomiendan los métodos estadísticos— el respaldo real a Aguilar Ortiz sufre una dilución aún mayor. Bajo ese criterio, su votación representaría el apoyo de apenas unas 198,207 personas, o 96% menos que el obtenido por la candidata priista.
Frente a la clara evidencia de que el proceso del 1 de junio distó mucho de haber sido un “éxito” —por baja participación, diseño confuso, listas impenetrables de candidatos y múltiples cuestionamientos—, ya comienzan a escucharse voces que piden revisar la reforma al Poder Judicial, incluso desde dentro del propio partido o movimiento de Sheinbaum, Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
“Habrá que revisar qué cosas plantean [la oposición] que pueden mejorarse”, dijo Gerardo Fernández Noroña, presidente del Senado y miembro de la coalición gobernante, el lunes. “Habrá que escuchar sus argumentos y ponderarlos en toda su justa dimensión, y la propia experiencia que tuvimos todos quienes participamos en este proceso.”
Por el bien de México, ojalá así ocurra.
Misleading election comparisons
President Sheinbaum hailed the unprecedented election of judges and magistrates as a success, but turnout data and her comparisons with other elections reveal serious inconsistencies.
by Eduardo García
President Claudia Sheinbaum did not hesitate to call the June 1 election of approximately 2,681 members of the judiciary —881 at the federal level and 1,800 at the local level— a success.
“It was a success,” she said the following day during her morning news briefing. “People went out and voted freely. They decided who to vote for.”
It was, of course, unthinkable that she would say otherwise. Although Sheinbaum did not originally propose this new selection method —the initiative came from her predecessor, former President Andrés Manuel López Obrador— she backed the constitutional reform that fundamentally overhauled the appointment process for judges, magistrates, and justices. The reform eliminated not only the judicial career path, but also the existing —albeit imperfect— system for monitoring judicial performance.
President Claudia Sheinbaum described the June 1 elections as “a success” the day after Mexico held its first-ever judicial vote. Photo Office of the Presidency
Expecting the president to critically assess this electoral experiment —given that she rose to power largely thanks to the direct support of her political mentor— was, frankly, wishful thinking.
What was surprising, however, were the arguments she used to praise the vote.
Her first point was voter turnout. For Sheinbaum, the fact that only 13% of the electorate participated was enough to consider the process a triumph, even though this was the second-lowest turnout in any nationwide vote since 2000 —the year an opposition candidate won the presidency for the first time in over seven decades.
“How can they say turnout was low —13 million people?! This was an unprecedented exercise,” Sheinbaum said, pointing out that the figure far exceeded participation in the August 2021 referendum on whether to investigate former presidents. “It’s twice the number of people who voted in the ex-presidents’ trial consultation, which drew 6.6 million.”
But for a trained scientist like Sheinbaum, calling it a success when only 13 out of every 100 eligible voters cast a ballot seems, at best, like trying to cover the sun with a finger.
Just a year earlier, 61% of voters had turned out to elect the president, senators, and federal deputies —nearly five times as many. Her argument becomes even weaker when one considers that the effective vote —excluding spoiled or incomplete ballots— was closer to 11 million.
Her second argument was a comparison between those 11–13 million votes and the vote totals of opposition parties in the 2024 presidential race.
“How many people voted yesterday?” Sheinbaum asked rhetorically. “Around 13 million, maybe a little more. Look at how many votes the PAN got in 2024: 9.6 million. Look at how many the PRI got: 5.7 million. So fewer people voted for them than for the judiciary.”
In her effort to put a positive spin on what many saw as a failed exercise, Sheinbaum leaned on a misleading comparison. The National Action Party (PAN), the Institutional Revolutionary Party (PRI), and the now-defunct Party of the Democratic Revolution (PRD) ran in coalition in 2024, backing a joint presidential candidate, Xóchitl Gálvez, who secured 16.5 million votes.
That’s 26.9% more than the 13 million Sheinbaum cites —and 50% more than the actual valid votes cast on June 1.
As an argument for branding the process a “success,” it’s a flimsy one.
Election officials prepare to count ballots after the June 1 judicial election in Mexico. Photo X account of Mexico’s National Electoral Institute (INE)/@INEMexico
Finally, Sheinbaum pointed to the vote total of the top candidate for Supreme Court justice, attorney Hugo Aguilar Ortiz, who garnered 6.1 million votes —more, she noted, than the PRI’s presidential vote in 2024.
But again, the comparison is flawed. It undermines the mathematical rigor one might expect from a physicist educated at the National Autonomous University of Mexico (UNAM). Aguilar Ortiz reached that number because voters were allowed to select up to four out of 31 male candidates for the Court. In contrast, presidential voters can choose only one candidate.
In other words, Aguilar Ortiz’s 6.1 million votes are inflated by the ballot’s design and don’t reflect an individual level of support comparable to a presidential contest.
A more accurate comparison would divide his vote total by four —the maximum number of male candidates’ voters could mark. Doing so lowers his total to roughly 1.53 million, or 73.2% less than what the PRI candidate received in 2024.
And if we adjust for the probability of being chosen among 31 contenders —as statistical methods suggest— the real support for Aguilar Ortiz shrinks even further. By that measure, he might represent the backing of just 198,207 voters —96% less than the PRI presidential vote.
Given the clear signs that the June 1 process fell short —low turnout, confusing ballot design, an overwhelming list of unknown candidates, and mounting criticism— calls to revisit the judicial reform are already emerging. Even voices within Sheinbaum’s own party, Morena, are raising concerns.
“We’ll have to consider what [the opposition] is proposing that might improve things,” said Senate President Gerardo Fernández Noroña, a member of the ruling coalition, on Monday. “We’ll have to listen to their arguments, weigh them fairly, and reflect on what we all experienced during this process.”
For Mexico’s sake, one can only hope they do.
Esperemos que así sea y caiga más pronto la habladora con "A" que el cojo!